EL PARADÓJICO E INCOMPRENSIBLE PÉNDULO DE LA SOCIEDAD CHILENA

En las elecciones constituyentes ganó la extrema derecha de José Antonio Kast, relegando al partido del presidente Boric al segundo lugar. Lo llamativo: hace dos años en esa misma votación había triunfado la izquierda y los candidatos por fuera de los partidos políticos.

Por Gabriel Michi

Hay cosas que se vuelven inexplicables en la política chilena. Una de ellas: el paradójico humor social que puede ir de izquierda a derecha sin miramientos; de partidos tradicionales a otros que vienen a patear el tablero, como si nada. En cada elección, las cosas no sólo cambian. Se contradicen. Cada vez que los chilenos se acercan a las urnas pueden inclinar la balanza para un lado o para el otro. Y con diferencias que son un abismo. Eso ocurrió en las últimas horas con la nueva votación para elegir a los convencionales constituyentes que deben debatir una nueva Carta Magna para un país que aún arrastra la del dictador Augusto Pinochet de 1980. Pero la novedad es que así como la última vez que se votó esto mismo -en medio del clima de post revuelta del 2019- los candidatos que no adherían a ningún partido tradicional o que provenían de la izquierda obtuvieron un mayor apoyo –tal como contó MundoNews , ahora la extrema derecha resultó ganadora. En el medio, hubo una redacción de otra Constitución que fue rechazada en un plebiscito.

El Partido Republicano, la formación de extrema derecha de Chile, fue la más votada en las elecciones de constituyentes cosechando el 35% de los votos (unos 22 consejeros de un total de 50) que intentarán darle una impronta muy diferente a la redacción de la nueva Carta Magna a la que le dieron los referentes populares que escribieron mayoritariamente la que fue bochada. El Partido Republicano es el que comanda el ex candidato presidencial José Antonio Kast, quien perdió el ballotage con Gabriel Boric en diciembre de 2021. En tanto, Unidad para Chile, el frente de izquierda postulado por el primer mandatario, quedó segundo con el 28% de los votos y se llevó unos 17 consejeros. Eso complica al oficialismo porque se queda sin poder de veto ya que para eso debía obtener 21 delegados.

La extrema derecha no sólo derrotó a la izquierda oficialista sino que se impuso por amplia diferencia sobre la derecha tradicional: Chile Seguro, coalición donde confluían la Unión Democrática Independiente -UDI-, Renovación Nacional y Evolución Política, obtuvo el 21% de los sufragios y consiguió 11 consejeros. Otros derrotados son aquellos partidos de la centroizquierda tradicional agrupados en la ex Concertación: Todo por Chile (el partido PPD del presidente Ricardo Lagos y de la actual ministra del Interior, Carolina Tohá, el Partido Radical y la Democracia Cristiana, la única fuerza de las tres que no pertenece al Gobierno de Boric) obtuvo sólo el 9% de los votos y no llegó a colar ningún consejero.

Más allá de la contradicción que significa el anterior resultado constituyente con éste, la jornada electiva de ayer dejó otras insólitas postales. Por ejemplo, la directora ejecutiva Fundación Nodo XXI, Pierina Ferretti (vinculada al Frente Amplio de Boric) señaló otra: «paradojas de la historia, quienes se negaron por décadas a la posibilidad de un cambio constitucional y quienes representan hoy la principal amenaza para la democracia, tendrán la cancha abierta para escribir el nuevo texto sin mayores dificultades”. Las palabras de Ferretti apuntan a que justamente el sector de Kast, ferviente defensor de la dictadura de Pinochet, fue el que más se opuso a dejar atrás la Constitución del genocida y ahora resulta la fuerza más votada para cambiarla.

“Hoy es el primer día de un mejor futuro para nuestro país. Chile ha derrotado a un Gobierno fracasado”, señaló Kast en sus festejos. Por su parte, el presidente Boric reconoció “el fracaso” del primer intento se debió en parte a la falta de escucha entre quienes pensaban distinto. “Quiero invitar al Partido Republicano a no cometer el error que cometimos nosotros”, añadió. Ese fracaso citado por Boric tiene que ver con que los autores de la Constitución del anterior proceso recibieron muchas críticas que no fueron aceptadas, y que la campaña de la derecha contra el texto -que había surgido de aquellos caóticos debates- fue muy efectiva porque logró instalar que esa Carta Magna avanzaba sobre derechos consagrados como el de la propiedad privada. El resultado: cuando se plebiscitó, el 65% de la población la rechazó.

Ahora, el cuerpo de los 50 constituyentes (con paridad de género) tendrá una mayoría de la derecha y la extrema derecha con 33 consejeros, con lo que se prevé una Carta Magna condicionada ideológicamente por esos pensamientos, lo que también deja al desnudo ese inexplicable y paradójico péndulo de la sociedad chilena. Con ese número, tienen la posibilidad de proponer, aprobar y modificar normas constitucionales, ya que superan holgadamente los tres quintos de quórum (30).

En diciembre los chilenos deberán aprobar o rechazar -a través de un referéndum- el texto que surja del Consejo Constituyente. Y frente a sí tendrá que optar entre mantener una Constitución de 1980 impuesta por Augusto Pinochet u otra donde tendrá mucho peso un defensor acérrimo de aquellos años de plomo y del dictador, el propio Kast. Otra contradicción de un país que va y viene en sus posiciones; que transita sin escalas del «que se vayan todos» al voto más conservador; que pasa de elegir a un presidente de izquierda a legitimar a su opositor de extrema derecha. Y que descoloca al Mundo frente al paradójico e incomprensible péndulo de la sociedad chilena.