LOS NÁUFRAGOS DE LA HUMANIDAD

Decenas de inmigrantes que salieron de África murieron ahogados frente a las costas griegas en una nueva tragedia en el Mediterráneo que ya se llevó la vida de más de 20.000 personas desde 2014 y hubo al menos 27.000 desaparecidos. Este año puede ser el peor récord. Es la ruta migratoria más mortífera del Mundo y encima los Estados se endurecen cada vez más.

Por Gabriel Michi

«El Mediterráneo se convirtió en un cementerio» intentó concientizar el Papa Francisco.

Imagen: Imundonews.com.ar

Ese grito de alerta no hace más que describir una desesperante realidad que se viene repitiendo hace años: miles de inmigrantes que parten de África con el sueño de llegar a Europa para poder tener al menos una vida. Escapan de los infiernos terrenales más difíciles en sus propios países y atraviesan peligrosísimas odiseas para intentar alcanzar esa salida. Muchos mueren en el camino. Y específicamente en esa última barrera: el Mediterráneo. Y lo ocurrido en las últimas horas frente a las costas de Grecia no hace más que ratificar ese drama: decenas de refugiados (hasta el momento 80) murieron en el Mar Jónico al hundirse el sobrecargado barco en el que viajaban más de 400 personas y que habían partido de Libia, con destino a Italia. Y eso incrementa el récord de tragedias en el que sólo en el primer trimestre del año murieron 441 personas en aguas del Mediterráneo, la cifra más alta desde 2017, lo que llevaría a más de 500 las víctimas fatales de 2023. Y se suman al desgarrador panorama en el que desde 2014 ya hay más de 20.000 muertos y 27.000 desaparecidos en la ruta migratoria más letal del Mundo. Otro naufragio de la Humanidad.

«El Mediterráneo central sigue siendo la travesía marítima migratoria más mortífera del mundo, con el mayor número de víctimas fatales cada año. Es intolerable«, señaló a comienzos de este año la Organización Internacional de Migraciones (OIM). Y lo ocurrido en el sur de la Península del Peloponeso, en el Mar Jónico, es una muestra más de esa tragedia. El naufragio se produjo en aguas internacionales, a 47 millas náuticas (87 kilómetros) de Pilos.

Las personas rescatadas fueron trasladadas en barco al puerto de Kalamata. Diez embarcaciones, una fragata de la Armada, un helicóptero y un dron de FRONTEX, la agencia de fronteras de la Unión Europea, intervinieron en las operaciones de búsqueda y rescate. Vale recordar que si bien este barco tenía como destino algún puerto italiano, Grecia también se ha convertido en una puerta de entrada y tránsito de muchos inmigrantes que llegan de Asia y África y que se lanza a los mares desde Turquía. En el mar Egeo se han producido numerosos naufragios, muchos de ellos mortales, mientras que Grecia suele ser acusada regularmente por ONG y medios de comunicación de rechazar desde su territorio a migrantes que buscan asilo en la UE..

La llegada de inmigrantes que buscan desesperadamente alcanzar territorio europeo se multiplica en esta época del año aprovechando las mejores condiciones climáticas y el verano en el Hemisferio Norte. Tal es así que en las últimas horas esta embarcación que terminó naufragando no fue la única que fue noticia. Al sur de la isla de Creta los guardacostas lograron rescatar este miércoles por la mañana a otros 80 migrantes que se encontraban en un velero a la deriva. Y el domingo pasado, las autoridades griegas rescataron al sur del Peloponeso a 90 migrantes que estaban a bordo de un yate que también navegaba sin rumbo.

El Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) registró 441 muertes de migrantes en el Mediterráneo central sólo entre enero y marzo de 2023, el primer trimestre más mortífero documentado desde 2017. Y eso ocurre en medio de retrasos en las respuestas de rescate dirigidas por el Estado y obstáculos a las operaciones de los buques de búsqueda de las ONG en la zona. Otro naufragio de la Humanidad.

Según el director general de la OIM, António Vitorino, «la persistente crisis humanitaria en el Mediterráneo central es intolerable. Con más de 20.000 muertes registradas en esta ruta desde 2014, me temo que estas muertes se han normalizado. Los Estados deben responder. Los retrasos y los obstáculos a las operaciones de rescate están costando vidas humanas«.

Las 441 muertes documentadas en los tres primeros meses del año son probablemente un recuento inferior al verdadero número de vidas perdidas. El «Proyecto Migrantes Desaparecidos» también está investigando varios informes de ‘naufragios invisibles‘, casos en los que se da por desaparecidas embarcaciones de las que no hay constancia de supervivientes o restos materiales. Se calcula que hay casi 27.000 desaparecidos en el Mediterráneo desde 2014.

Las denuncias de la OIM no se quedan ahí. Según esta Organización, «los retrasos en los rescates dirigidos por el Estado en la ruta del Mediterráneo central fueron un factor en al menos seis incidentes este año que causaron la muerte de al menos 127 personas. La ausencia total de respuesta a un séptimo caso se cobró la vida de al menos 73 migrantes.

Recientemente, los esfuerzos de operación y rescate dirigidos por ONG han disminuido notablemente». Y encima crece la hostilidad de diferentes Estados contra esas organizaciones humanitarias que intentan ayudar a los migrantes a la deriva. Un ejemplo: el 25 de marzo, los guardacostas libios dispararon al aire cuando el barco de rescate de la ONG Ocean Viking respondía a un aviso de un gomón en apuros. Y, un día después, otro buque, el Louise Michel, fue detenido en Italia tras rescatar a 180 personas en el mar, haciéndose eco de un caso anterior en el que el barco Geo Barents fue detenido en febrero y posteriormente liberado.

Las tragedias de los migrantes en el Mediterráneo se multiplican al ritmo de la desesperación de sus protagonistas crece por las guerras armadas, persecuciones, hambrunas y miserias de todo tipo sacuden a sus países de origen. Desgracias que muchas veces, directa o indirectamente, fueron propiciadas por las potencias del «Primer Mundo» a las que pretenden llegar esos refugiados. Y en las que les cierran las puertas en sus caras. Obligándolos en muchos casos a sumergirse en esas travesías peligrosas y letales en las que miles de ellos lamentablemente mueren en el camino. En medio de aguas turbulentas. Y en esos naufragios de la Humanidad.