LA RUTA DE LA PRODUCCIÓN SIN RUTAS: EL DETERIORO DE LA CONECTIVIDAD PONE EN RIESGO OPORTUNIDADES
En la provincia de Río Negro y un poco más allá, en la Patagonia, se genera un polo productivo que tiene su base en Vaca Muerta, por lo que ya se conoce y por lo que se estima, que según parece será mucho, en base a los análisis locales e internacionales.
Sin embargo, lo que podría ser considerado como la mayor herramienta para cualquier desarrollo productivo: esencialmente en hidrocarburos pero también, considerando las distancias del país y la geografía en la que se encuentran esas producciones, se puede decir que estamos lejos.
Hablamos de las rutas, principales vías para el transporte, que resultan en un capítulo aparte y en términos objetivos, podrían convertirse en amenazas y serias. Dado que, en comparación, se desprende de ese concepto común al territorio patagónico que indica que las rutas están destruidas, una catarata de conflictividades que atentan contra las expectativas, al menos rionegrinas, en sus tres fuentes productivas más importantes.
Por caso, la Ruta Nacional 151 que conecta desde Cinco Saltos hasta Catriel, “un sector altamente productivo, donde preocupa no solo el deterioro, sino la falta de mantenimiento, hecho que agrava su estado”, según señaló el ministro Obras Públicas de Río Negro Alejandro Echarren.
No obstante, también preocupa que “no se haya establecido -al menos hasta el momento- algún presupuesto para el año que viene, destinado a las mejoras”. De acuerdo a lo indicado por Echarren y que es posible comprobar al transitarla, “el deterioro es elevado”. Y a ello le suma el estado de la Ruta Nacional 22, que atraviesa todo el Alto Valle, recorrido troncal de la producción de la fruta, en ese sector de la Provincia.
Tiempo:
Según se indica, hay que considerar no solo la falta de mantenimiento o las obras inconclusas, sino que al no estar terminadas, la afectación termina siendo mayor y como puede suceder con cualquier obra: el tiempo es dinero. En el caso de la Ruta 22, Echarren habla de “veinte años” y hace mención a la famosa “rotonda paralizada, de Choele Choel”, de la que tanto se habló y que “provoca serios inconvenientes e incidentes para los usuarios”.
No es nuevo:
Por supuesto que no. Como señala el funcionario, son varios años; muchos. Quizás, un tiempo que viene hoy a justificar las reacciones del actual Gobierno nacional, en materia de Obra Pública, aunque, se sabe también que no sería posible gobernar ni resolver los inconvenientes sociales, solo con reacciones.
Desde el Ejecutivo nacional, se resolvió cortar con la Obra Pública, acaso por las razones que encuentran su escenario más gráfico en la Ruta Nacional 23. Una obra que comenzó en el año 1998. Es decir, 26 años de presupuestos; empresas que debieron actualizar esos presupuestos –dicho sea de paso: cinco empresas-, obra parada; obra activada; gobiernos que pasaron y que prometieron que la terminarían y…
Y ahí está, todavía inconclusa. Pero a lo conocido por todos los rionegrinos, el ministro le agrega una cuota: “Preocupa no solo la etapa que está sin finalizar sino también, el tramo finalizado que va desde Jacobacci hasta Los Menucos y que tiene un deterioro muy avanzado”.
A la vez, Echarraen habla de los fondos presupuestados, pese a que el proyecto aún no se trató en Diputados. Sin embargo, señala que “se habla de un monto de ocho mil millones de pesos, de los cuales, la mitad, se destinaría para mantenimiento y la otra mitad para obras”. No obstante, da cuenta de que “1 km de ruta en zona [normal] -por ejemplo en El Valle- podría costar entre 600 y 700 mil dólares. Pero en la zona Andina, ese kilómetro llegaría al millón de dólares”.
Según Echarren “se hicieron los pedidos, tanto desde Río Negro como desde Neuquén, para que se traspasen las rutas de la órbita nacional a las provincias. Sin embargo, hasta el momento no se ha resuelto”. Y de mantenerse el mismo escenario, de acuerdo al presupuesto, “habría poco para mantenimiento y casi nulidad de obras”, una situación que describe como “extremadamente preocupante, sobre todo, por el perjuicio hacia las personas, traducido en algunos casos, en accidentes serios”.
Riesgos:
El riesgo; el temor, podría centrarse –por ejemplo-en que tenemos el gas; estamos teniendo los ductos, pronto tendremos un buque que hará la licuefacción, pero no tenemos rutas. Podría ser una forma de decir: llegamos “tarde” y perder posibilidades; las oportunidades que, como dicen tanto el gobernador Weretilneck como el propio presidente Milei, “el tren pasa solo una vez”.
Respecto del gobierno provincial –tal lo indicado por Echarren-, se anunció el pedido del traspaso de las rutas nacionales para que el mantenimiento sea local. Probablemente, no porque al Ejecutivo provincial le guste gastar, sino porque se trata de una necesidad y quizás, urgente. Y en cuanto al gobierno nacional, lo último que hemos escuchado es que ese traspaso se daría. Pero, hasta el momento no se ha producido.
No obstante, vale considerar que uno de los polos productivos más importantes que tiene Río Negro, es el turismo. La Patagonia es débil en cuanto a la conectividad aérea, no hay enlaces de ferrocarriles; conclusión: necesariamente se debe caer en las rutas. La ecuación, no parece compleja: para potenciar al turismo se necesitan rutas. No hay rutas: no habrá turismo.
En ese sentido, la Nacional 40, es otro de los ejemplos de un estado de situación sostenido en abandono y desinterés. Situaciones que no son nuevas y hay que reconocer que tienen, en algunos casos, más de veinte años. Basta con recordar que desde la Administración pasada, se dijo para una temporada de primavera donde podrían comenzar las obras, que llegaría una especie de asfalto de China, especial, para emparchar de un modo sostenible hasta que se pudiera repavimentar (SIC).
Hay que recordar que hablamos del tramo Bariloche-El Bolsón, uno de los sectores del país que más divisas aporta en materia turística. Una ruta emblemática y un trazado en el que varias personas se accidentaron, fruto de la deformación; los baches y en algunos casos, cráteres de la cinta asfáltica.
Para ello, se puede recordar a la vez, el [amparo] que presentó en la Justicia federal, Alberto Weretilneck, el año pasado -en ese momento senador nacional y gobernador electo de Río Negro- reclamando a las autoridades de Vialidad Nacional, la “urgente reparación del tramo”, ante el peligro inminente para la vida humana.
Aunque a esa medida que podrá ser extrema, hay que sumarle los cientos de reclamos de todo tipo que vienen haciendo las autoridades de El Bolsón, desde el Intendente, hasta legisladores; pasando por concejales, la Cámara de Comercio; la Cámara de Turismo y otras entidades productivas.
A la espera
Sin embargo, aun con las propuestas de la Administración Milei, en cuanto a la modificación de las estructuras del Estado y transferir gastos a las provincias, esas transferencias no se lograron, al menos por el momento y en esta materia. Y como en todos los casos, las conclusiones se logran por el aquí y ahora; por lo hecho; por lo que se puede analizar y no por lo que podría suceder.
Por lo pronto, una temporada por iniciar y una ruta destruida. Una zona que se busca potenciar desde varios sentidos, en cuanto a lo productivo –región Sur o Línea Sur- y su conexión troncal, también sin terminar después de 26 años y lo que parece peor, comenzando a deteriorarse gravemente. Una de las rutas centrales de Vaca Muerta (151) intransitable y la columna vertebral de la producción frutícola, también, en estado deplorable.
Riesgos serios que, aunque estemos hablando de rutas, podrían indicarnos que: si no estamos a la altura de las circunstancias, “perderemos el tren”, una situación que no podemos permitirnos, en base a las necesidades productivas, de empleo y promoción.